REFLEJO DE LUNA EN LA CASCADA
"Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas.
Todas tus olas y tus ondas han pasado sobre mí"
Salmo 42: 7
El sol acababa de ocultarse,
y a luna tímidamente hizo su aparición.
En esos instantes entre las malezas,
salió una bella muchacha,
siempre esperaba esos momentos,
para hacer su baño de renovación.
El día transcurrió largo y caluroso,
las venas parecieran hervir dentro del cuerpo
y allí estaba esa agua cálida y con burbujas,
a causa de la leve cascada que corría entre las rocas.
El terreno había hecho una balsa natural
y en aquél lugar del río el agua era aún más fresca.
Siempre hacía lo mismo, andaba unos pasos...
daba vueltas en torno a las rocas
que se encontraba a su alrededor,
como queriendo reconocer el terreno,
agradecida por ese lugar bello y enigmático
que en la noche le esperaba.
Era su santuario natural, cada día pareciera igual,
pero a la vez distinto, el rumor de las aguas le traía
nuevas impresiones y sensaciones.
Unas veces hablaba a sus sentidos,
otras a su ego más profundo,
otras a sus deseos y anhelos,
otras a su próximo futuro...
Cuando con sus manos terminaba de acariciar cada roca,
insuflaba el aire por su pecho desnudo
y ¡dando un salto! plácidamente se sumergía.
En esos momentos era un cuerpo con ella... y...
respetuosamente... con los ojos cerrados se deslizaba,
dejando que el agua de la cascada rozara su cuerpo,
como si ella pudiera arrancarle, ¡todo! lo negativo,
¡todo! agobio o preocupación.
Salía para retomar el aire,
y volvía de nuevo a deslizarse
entre el burbujeo de sus aguas.
Cuando terminaba su ritual,
la luna estaba en su máximo apogeo
y allí... serena... en calma,
esperaba a que el rayo de luna llegara a la balsa.
Esos minutos eran mágicos,
el agua se tornaba de plata y lentejuelas
y toda ella se extasiaba ante ¡tanta belleza!
La cascada bajaba su sonido,
solo se escuchaba un leve rumor...
de sus ondas salían palabras cantarinas
y con cada golpe de agua la palabra se recalcaba,
pero con matices diferentes,
como ligeras insinuaciones dirigidas hacia ella
y así agradecida cada noche
volvía de nuevo a su entorno
tranquila meditando en el secreto
que aquella noche se le había revelado,
Nany Hurtado
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