Había un árbol
robusto en medio de la plaza de un pueblo, un néctar caía
fluidamente por su tronco, su apariencia era algo grotesca, pero sus frutos
eran tremendamente apetecibles, todo el pueblo iba en busca de él, deseosos los
ciudadanos de tener entre sus bocas ese mordisco tan dulce al paladar y sin embargo
tan amargo cuando llegaba a sus entrañas.
Todo sucedía
en un instante, quedaban bloqueados con la mirada fija en el ancho tronco, viendo sus propias vidas, pasado, presente y futuro proyectadas apresuradamente en sucesivas
imágenes.... a todos les aterraban se ponían de rodillas implorando perdón,
eso traía consuelo al corazón pero al volver cada uno sobre sus propios
pasos volvían a ser iguales, repitiendo sus mismas conductas como si quisieran
olvidar todo lo que habían comprendido...
Cuando el
peso de sus culpas les impedían ser felices, volvían a la plaza y allí estaba
otra vez el árbol invitándolos de nuevo a probar sus frutos y otra vez las
mismas escenas y caían de rodillas e imploraban misericordia, y otra vez todo volvía
de nuevo a ser lo mismo.
Un día el árbol tomo su forma humana y fue al
rey y le grito todo lo que había descubierto de
su reino por medio de cada imagen reflejada en su tronco, y con un gesto
brusco tiro el báculo que llevaba y alzando los brazos, grito en alta voz,
todas las desgracias que estaban previstas que iban a ocurrir a él y a todo su reino.
El rey monto
en cólera y le dijo en tono amenazante que su insolencia, había sido
exasperadamente atrevida y mando que lo
apresaran y lo encerraran en un pozo medio cubierto de aguas nauseabundas.
Allí estuvo
cautivo por causa de su integridad moral, se sentía como un búho solitario en
medio de la noche, aprendiendo a ver en la oscuridad, teniendo todo el tiempo del mundo, para
levantar sus plegarias...
El tiempo transcurrió, el soberano fue tomado preso y su reino
llevado al cautiverio.
Pasado el tiempo, un día pudo ver un haz de luz por encima de su cabeza y luego una
cuerda y una voz que le invitaba a salir. Sus
plegarias fueron escuchadas, rápidamente se agarró fuertemente a ella, en un instante
fue izado y sus pies pudieron tocar la tierra, el tiempo de oscuridad,
había terminado. Sus ojos entornados , no estaban acostumbrado a tanta claridad
y deseaba con todas sus fuerzas que se
hiciera de nuevo la noche... y ella llegó con su luna, para amortiguar tanto dolor
en el corazón del profeta.
Los días sucedían tumbado en la tierra, relajado esperando que sus raíces de nuevo se
desarrollaran, alejadas de la plaza y de la ciudad, en busca solo de aguas limpias donde poder nutrirse.
Y mientras
la luna se acostaba y el sol se levantaba poco a poco salieron sus brotes, sus
hojas y sus ramas y en una primavera sin apenas darse cuenta de nuevo estaba
dando sus frutos, unos frutos brillantes y saludables para todos los que tímidamente se
acercaban para probarlos.
Nany Hurtado
EL ARBOL CAUTIVO -
(c) -
Nany Hurtado
Estupendo relato, Nany, me gusta mucho!! Buena enseñanza.
ResponderEliminarde que abla
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