jueves, 27 de noviembre de 2014

EL SUEÑO DE ESPERANZA

                                                         EL SUEÑO DE ESPERANZA

                                          

I. DIO UN SI
Vestida de blanco, muy jovencita, su padre la llevó al altar y la entregó a su supuesto "príncipe azul", fue un noviazgo rápido, él tenía prisa, le llevaba algunos años y no quería demorar más para conseguirla.
Había sido galante con ella, la conquisto con sumo cuidado, no dejó ningún cable suelto, cada paso que daba era meditado, más que conquistarla, pareciera estar preparando una sutil trampa para lograr tenerla en sus brazos... ¡y lo consiguió!, por fin le dio su sí, y él hizo todo para que la ceremonia rápidamente pudiera celebrarse antes de que se arrepintiese.
Aunque  en aquellos día pareciera estar en una nube, algo había que le inquietaba y le quitaba la paz... pero allí estaban sus familiares, allí estaban sus amistades:
 - No dejes pasar esta oportunidad.
 - Es un buen partido. -
 Seguro que serás muy feliz.

 II. BODA DE SANGRE
Y allí estaba ella cogida del brazo, bajando las escaleras y tapándose la cara para evitar todos los confites que caían sobre sus cabezas.
 El coche les aguardaba, y fue derecho al hotel, no hubo reportaje... si, una mirada profunda y oscura de su ya eminente marido que la recorría por todo su cuerpo produciéndola un estado de ansiedad y desazón.
Al pasar por el umbral de la puerta, la tomó del brazo y abruptamente la tiro a la cama y la hizo suya, ese fue su primer encuentro y su pesadilla a lo largo de los años. Cada vez que recordaba ese momento... un frío espeluznante le recorría todo su ser: su vestido blanco tirado en el suelo, los zapatos de tacón, cada uno por un sitio... el hombre que había escogido para ser su compañero para toda la vida, no le hablaba... pareciera un devorador, estaba obsesionado solo quería una cosa y lo consiguió de forma brusca y sin protocolos... no paró hasta ver en la sábana blanca el color rojo... entonces se levantó cerró la puerta y se marchó.

 III. NOCHE UMBRÍA
Las horas se hicieron interminables, lloraba desconsolada, se sentía totalmente decepcionada y traicionada, el telón calló de golpe, el disfraz fue quitado ahora solo en su mente, se mantenía el recuerdo de sus ojos y sus manos ... ojos, oscuros sombríos y unas manos bruscas y presurosas, ningún interés en su persona, solo una avidez desmesurada.
Y así poco a poco se quedó rendida y soñó... soñó con pájaros negros que revoloteaban sobre su cuerpo inmóvil, ella quería espantarlos y les gritaba ¡no!, no estoy muerta, ¡marchad!, pero en realidad ese día ella murió, murió el amor que había sentido por él, murió a sus ilusiones y esperanzas. Murió a su inocencia.
Un camino de negrura se presentaba ante ella.
Al amanecer lo escucho llegar, se acostó a su lado, echándole el brazo por su hombro, se hizo la dormida y permaneció quieta e inmóvil, esperando a que se durmiera ayudado por los efluvios del alcohol que respiraba cada poro de su piel.

 IV. ALIADA A LOS CELOS
Los días iban pasando, aquello quedó en un triste recuerdo, poco a poco de nuevo volvió a tener confianza en él , pero eso si, se lo tuvo que trabajar poniendo todo su empeño en volverla a conquistar, siguió con su pequeños detalles, esos detalles que sabía a ella le hacía feliz, con sus caricias... en ellas fue descubriéndole su propio cuerpo y volvió a renacer de nuevo la esperanza. Hacían proyectos juntos, pero le preocupaban sus celos, no quería que nadie pudiera mirarla con ojos de deseo, y le obligaba a ponerse la ropa que a él le gustaba, tuvo que renovar todo su armario, no le gustaba pero por evitar los enfados lo hacía, y así encontró su nuevo estilo, casi sin darse cuenta una nueva mujer iba cobrando fuerza en su interior, a veces ella misma se extrañaba de lo mucho que había cambiado, pero era una mujer positiva y encontraba nuevas fuerzas para ir superando el día a día.
Su cuerpo pudo experimentar cambios importantes: quedó embarazada y lloró... lloró de alegría, un nuevo ser iba a traer al mundo se sentía muy afortunada y todo quedaba en segundo plano, ahora su principal pensamiento era el bebe.
 Su marido estaba muy atento, pero a veces hasta parecía que se sentía celoso, por no ser el centro de la atención de ella.

 V. OJO MORADO
Esperanza fue mamá, de un lindo bebe, nació sano y fuerte y la vida fue para ellos todo un reto, los biberones, las noches en blanco, los primeros dientes... la guardería, el colegio... Su marido le dejaba casi todas las tareas a ella, siempre decía que su trabajo era estresante y cuando llegaba a casa allí estaba su sillón y el mando de la tele.
A veces ayudaba con el niño, en otras ocasiones ponía la mesa o la recogía, pero fueron entrando en la rutina y poco a poco se iban distanciando.
 Una tarde llegó a casa muy alicaído, a pesar de preguntarle por lo que le ocurría, no había manera de sacarle el motivo de su abatimiento, fue por un compañero de trabajo, que llamó por interesarse por su marido como ella lo supo todo, lo habían despedido, la crisis era fuerte y la empresa no podía tirar con tantos empleados.
Esperanza le abordó el tema directamente, le dijo que no debía de preocuparse que ella volvería a su antiguo empleo, entonces acercándose, la miró fijamente , con esa mirada que tanto le asustaba... le asestó un golpe en la cara y sin lidiar más palabras se marchó.
 Volvió al amanecer tambaleándose y se fue directo al dormitorio. En su intento por manosearla se quedó dormido.
A la mañana siguiente, como de costumbre, Esperanza se levantó temprano, para preparar al niño al colegio, cuando entró al baño, casi dio un grito: su ojo lucia totalmente morado, después de la ducha y de vestirse con el maquillaje intento disimularlo pero era difícil, no quería que su hijo la viese así y fue corriendo a por las gafas, al chico le extraño, verla tan temprano con ellas, le dijo que tenía los ojos malitos y que le molestaba la luz.
Lo tomó de la mano se fue directa a la parada del autobús del cole y marchó de nuevo a casa, no quería que nadie la viese.
Al levantarse su marido, se avergonzó grandemente y le pidió mil disculpas, diciéndole que eran los nervios, los causantes de su conducta, le preocupaba la situación que estaban atravesando, pero que estaba haciendo todo lo posible por salir del apuro, y le prometió, besándola una y otra vez que no volvería a ocurrir.

VI. MANOS QUE GOLPEAN
Los días transcurrían lentamente, demasiado lentamente, su marido no paraba de ir de un sitio y a otro, ofreciéndose para trabajar, pero cada día ante las negativas por cada intento, se sentía más apesadumbrado y un día tiro la toalla y en lugar de ir a buscar trabajo iba a los bares a emborracharse. En esa situación cada vez controlaba menos, cuando llegaba... se acostaba... y al levantarse todo eran quejas hacia su mujer, que la casa no estaba limpia, que la comida no estaba buena, que no se sabía arreglar, según su marido ella no hacía nada al derecho, hasta el punto que comenzó a creérselo ella misma.
Cuando salía a comprar se sentía muy insegura, tenía que ajustarse al poco dinero con lo que contaban y luego siempre su marido le regañaba por la compra que hacía.
El camino a su casa era toda una odisea, no sabía cuál iba ser su reacción y tenía pánico de que volviera a pegarle y en esa actitud, ella misma estaba atrayendo esos golpes que tanto temía y ocurrió: su casa se convirtió en un infierno de voces, de golpes de gritos...
El chico cada vez que iba a ver gresca se lo olía y corría a su cuarto, se encerraba y se ponía los auriculares disimulando que nada pasaba.
Un día llegó la policía, una vecina los llamó, no hubo muchas explicaciones, vieron a la mujer con la cara amoratada y el marido borracho. Ese día fue el principio de una cadena de papeleos... todo fue rápido. Le aconsejaron poner una denuncia, luego la separación, el alejamiento, los psicólogos, los psiquiatras...
Hubo un tiempo que los vecinos la conocían como la "Zumba" así en realidad estaba Esperanza, entre sus propios pensamientos, entre sus preocupaciones, entre los medicamentos que tomaban... a veces sentía como si su cabeza estuviese dentro de una campana, si ladeaba la cabeza a la derecha sus propios sentimientos la golpeaban, si a la izquierda se sentía golpeada por la sociedad, (por la situación que les había hecho pasar), si miraba al frente otro golpe, no era capaz de afrontar el diario vivir, no era capaz de hacerse cargo de sus propias responsabilidades y por un tiempo a su hijo se lo retuvieron los servicios sociales, su madre, la abuela del niño estaba enferma y no podía tenerla en cuenta para ayudarla, y ella era hija única... no veía camino, ni norte ni dirección...
Su casa por no poder pagar se la quitaron, de su marido no sabía nada... en una ocasión le dijeron que se había ido a vivir al pueblo con sus padres.

 VII. EL FIN DE LA ZUMBA
 Por medio de ayudas públicas, encontró una vivienda compartida donde vivir, mejor dicho sobrevivía en el día, y le temía a la noche pues venía una y otra vez su pesadilla: pájaros negros revoloteando a su alrededor...
Cada día sus ojos eran más tristes... un día un vecino, se fijó en ella en el ascensor, quiso imaginarse la causa de esos ojos tan tristes y se acercó a ella, le acompañaba siempre que podía, al parque... a tomar un café... a las excursiones que organizaban en el barrio y poco a poco esos ojos se fueron iluminando y ahora podía ver de nuevo un camino hacia el frente: su primer objetivo era recuperar a su hijo, eso le alentaba y le daba nuevas fuerzas, para formarse, para buscar un trabajo, una vivienda... era difícil ¡sí!, pero la sonrisa de su hijo le animaba y todos poco a poco dejaron de llamarle la Zumbá, para llamarla por su propia nombre Esperanza.

Nany Hurtado

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